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Millán Ludeña: un zamorano que ha vencido sus miedos

Desde que era pequeño, Millán Ludeña se caracterizó por ser un niño muy determinado. Se propuso obtener una beca en el colegio militar donde estudiaba, pues sus padres no podían sostener fácilmente este gasto, y esta era una razón para ser suspendido cada mes. Su gusto por las matemáticas siempre fue muy evidente, sin embargo cuando se graduó del colegio, su mayor deseo era estudiar Agronegocios en La Escuela Agrícola Panamericana Zamorano y aunque no podía costearla esto no fue impedimento para lograrlo.


Por esto, se propuso conseguir una beca que cubriera el 100% de la matrícula. Los primeros tres años ganó becas parciales por lo que empezó a estudiar en una universidad pública en Ecuador. Fue en cuarto año mientras iba en una ruta para la universidad que recibió la llamada que le cumplía su anhelado sueño, había conseguido la beca en Zamorano por un 100%, con la condición de comenzar clases a la semana siguiente. Sin pensarlo dos veces Millán dejó su vida en Ecuador y viajó a Honduras.

Después de graduarse en la clase 2005, regresó a Guayaquil, Ecuador, su ciudad natal, donde trabajó por una temporada además de iniciar un proyecto con su mejor amigo Juan José Castelló, clase 2006, que tiempo después falleció en un accidente de tránsito. Este suceso cambió la perspectiva de vida de Millán, quien tiempo después se desplazaría a Quito a trabajar junto con el gobierno ecuatoriano. Cuando comenzó a conocer Quito y su diversidad natural, se dio cuenta que podía correr más de lo que regularmente practicaba, por esto, se inscribió en su primera carrera, donde corrió 50 kilómetros y aunque se demoró 15 horas en llegar a la meta. La carrera le gustó, lo retó y le recordó lo que aprendió en Zamorano: el trabajo todo lo vence, como expresa él, dejando a un lado el modelo de excusas. Las cosas extraordinarias solo se consiguen con trabajo, disciplina y perseverancia.


Guiándose de esta premisa, se propuso correr su primera carrera extensa en la Patagonia, Argentina, donde corrió 160 km lo que le hizo plantearse nuevamente sus límites, porque había logrado algo que no se había imaginado nunca. Y fue así como decidió buscar en internet la carrera más difícil del mundo encontrando como resultado una que planteaba correr 240 km en el desierto del Sahara, en África, con un duración de seis días. Para esta travesía solo podía llevar consigo lo necesario: comida y material para sobrevivir en el desierto y su maleta peso 10 kg. Aunque entrenó durante nueve meses para estos seis días, dice haber cometido varios errores que no fueron impedimentos para finalizarla. Con nervios, exhausto e invadido de emociones, con cinco kilos menos, ojeras, pies desgarrados, corrió, aferrado a su bandera ecuatoriana.


Tomada de las redes de Millán Ludeña


Cuando regresó a Ecuador, Millán seguía dispuesto a enfrentar sus miedos y retar sus límites, por esto, se propuso correr en el lugar más frío de la tierra, La Antártida. El entrenamiento de esta carrera tenía un objetivo diferente porque debía llegar con mayor cantidad de grasa corporal para lograr mantener la temperatura en su cuerpo. En total, recorrió 100 kilómetros durante 16 horas y llegó en cuarto lugar, logrando entrar en la lista de las 14 personas que han corrido más de 100 kilómetros en el lugar más caliente y el más frío del planeta.


Su última hazaña fue un reto que necesitaba más disciplina que los anteriores y para lograrlo, conformó un equipo de diferentes expertos que le ayudaron a condicionar no solo su cuerpo, sino su mente. Esta vez, Millán iba a conectar dos puntos extremos del planeta, el primero fue la mina de oro más profunda ubicada en Sudáfrica donde corrió media maratón con altas condiciones de temperatura y humedad.


El segundo fue el volcán chimborazo ubicado en Ecuador donde ascendió 6.280 metros. Esta carrera se cumplió en 80 horas y pretendía ganar dos récords, aunque al finalizar Guinness solo reconoció el primero. La carrera se convirtió en un proyecto audiovisual, que llegará a ser visto por miles de personas en el mundo. Mientras Millán corría se estaba grabando el documental ‘From Core to Sun’ (Desde el Núcleo al Sol) que tiene como objetivo registrar toda esta historia, e inspirar con ella a todos aquellos que quieren vencer sus miedos para transformarlos en fuerza y persistencia, para todos aquellos, que como Zamorano nos enseña, han encontrado en la disciplina y el carácter, un camino de satisfacción y plenitud.



Tomadas de las redes de Millán Ludeña

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